Innovar sin perder el contacto con la tradición es todo un reto. En España se celebran alrededor de doscientas mil comuniones al año, y el look de las comulgantes es bastante similar y homogéneo. Para romper con esta monotonía estética y guardar los convencionalismos propios de este sacramento, el uso de lazadas de comunión para niñas es una solución inteligente.
Disponibles en múltiples telas y colores, las lazadas consisten en una tela de algodón, organza, tul o lino que se ajusta a la cintura del vestido por medio de un nudo simple o doble, dispuesto son dos o más «orejas» de conejo. Aunque se trata de un complemento usual, elegirlo en colores y texturas creativas dará un toque único a la indumentaria de comunión.
Aparte de los crucifijos, rosarios y medallas religiosas, la joyería abre una puerta a la originalidad que muchos desaprovechan. Existen infinidad de broches, pulseras o collares que permiten adornar y embellecer el vestido de la comulgante, sin incurrir en la ostentación.
Los guantes de encaje, por su parte, actúan como un «apéndice» estético del vestido de primeras comuniones. Aunque la tradición dicta que sean blancos y de encaje, sus adornos y puntadas decorativas ofrecen una libertad absoluta.
Los tocados y arreglos del cabello desempeñan un papel importante en la etiqueta de esta celebración cristiana. El simbolismo de las flores y colores dota a las comulgantes de una mayor dulzura, inocencia y devoción, sirviendo de complemento o contrapunto para la falda, las mangas y otras partes del vestido.
Por su elevada personalización, las coronas y tocados pueden diseñarse al gusto, empleando flores, telas, hojas, cristales, etcétera. Este accesorio realzan la vestimenta de la comulgante y aumentan su exclusividad. Como alternativa, las cintas y diademas confieren un aire bohemio al conjunto, siendo más discretos y sencillos.