Aunque el mercado del automóvil usado no está exento de gangas, la antigüedad o la falta de garantías legales disuaden a una parte de los compradores. En cambio, los utilitarios, furgonetas y caravanas nuevas en stock carecen de estas desventajas, ofreciendo en su lugar beneficios como la personalización, la seguridad vial o el acceso a ayudas públicas.
Primeramente, es importante aclarar conceptos que todavía generan confusión entre los usuarios. Los vehículos nuevos, a secas, no han sido matriculados ni estrenados y pueden configurarse al gusto del cliente (unidad de potencia, color de la carrocería, etcétera); los de stock, en cambio, permanecen expuestos en el concesionario y presentan una customización más limitada, pese a carecer de matriculación; por último, los de kilómetro cero continúan siendo vehículos nuevos, pero fueron matriculados en algún momento y su personalización es relativa.
Una razón de peso para adquirir vehículos de concesionario es el periodo de garantía concedido por el fabricante. En España, donde se siguen las directivas de la UE, la garantía mínima por ley es de tres años, plazo que puede ampliarse en el contexto de ofertas y promociones comerciales.
Para el cliente, las garantías oficiales significan tranquilidad porque el fabricante se responsabilizará de cualquier gasto derivado de averías y fallos mecánicos. Este beneficio se pierde en la compraventa de vehículos de segunda mano, donde rige la transparencia y buena fe de las partes implicadas.
La personalización de coches, motos y caravanas es tendencia en el sector de la automoción. El consumidor actual es exigente y demanda una mayor adaptación a sus necesidades específicas (elección de dispositivos digitales, de la autonomía del paquete de baterías, etcétera).
Otro de los argumentos para comprar un vehículo nuevo es el acceso a subvenciones autonómicas y nacionales. Los planes de ayuda brindan una oportunidad de ahorrar en esta inversión y dar el salto a modelos de nueva generación.