Toldos y sombrillas: ¿son compatibles con el invierno?

Los toldos y sombrillas no se destinan únicamente a combatir el calor y sol del verano. Estos accesorios pueden ser aliados en los meses de otoño e invierno a la hora de proteger la terraza, el jardín o el porche de las bajas temperaturas, así como de las inclemencias meteorológicas propias de estas épocas.

Aunque la venta de sombrillas grandes baratas experimenta picos durante el periodo vacacional, su demanda no cae a cero el resto del año. El motivo reside en su capacidad para actuar de ‘escudo’ en grandes superficies frente a la acción del viento, la lluvia o la nieve. También la radiación solar, presente durante los doce meses del año, puede dañar el mobiliario y los elementos arquitectónico si no se los protege con sombrillas, toldos u otros productos similares.

Como apuntan diversos estudios, instalar un toldo o un conjunto de sombrillas en un balcón o una terraza puede tener un efecto regulador de la temperatura en interiores. La radiación solar, así como los vientos intensos, son bloqueados por estos accesorios, impidiendo que entren en contacto directo con la puerta o la ventana. Como resultado, pueden disminuir la conductividad térmica.

Con el paso del tiempo, materiales como la madera o el aluminio del marco de puertas y ventanas sufren un deterioro irreparable. La lluvia y otros agentes atmosféricos son responsables directos de este fenómeno, fácil de atenuar con el uso de toldos, sombrillas y cerramientos en general.

Como es lógico, las prestaciones de estos accesorios son limitadas y deben complementarse con otros sistemas de protección. En viviendas y negocios hosteleros, implementar una red de canalones contribuye a evitar que el agua de lluvia —poseedora de ácidos perjudiciales para la madera y otros materiales— genera daños y humedades en la perfilería de las puertas o la superficie de los muebles de exterior.